martes, 24 de abril de 2012

Menudo ministro nos han colado.

Pedro Morenés, ministro de Defensa, fue consejero de la empresa de
fabricación de armamento Instalaza entre 2005 y 2007. Después ocupó el
puesto de representante hasta el 4 de octubre de 2011, según recoge el
Boletín Oficial del Registro Mercantil. Instalaza fabricaba bombas de
racimo.

El 31 de octubre de 2011, el diario Cinco Días reveló que Instalaza
había decidido recurrir a los tribunales para pedir que el Gobierno le
indemnizara con 40 millones de euros en concepto de desagravio por la
prohibición del uso, almacenamiento y fabricación de las bombas de
racimo en España como consecuencia de la firma del Tratado de Dublín.
Sin embargo, esta empresa ya había anunciado en mayo de 2011, cuando
Morenés era su representante, que pediría una compensación económica
al Ejecutivo en concepto de "daño emergente y lucro cesante".

Hoy sabemos que Instalaza venderá la deuda a una tercera empresa que
a su vez la revenderá y finalmente el Ministro pagará diciendo que no
es su empresa la que cobra. El dinero saldrá de los impuestos de
todos, naturalmente. Nuestro dinero pagando bombas que mutilan a
niños. Porque las submuniciones esparcidas por las bombas fabricadas
por Morenés tienen un rango de fallo de entre el 5% y 30%, por lo que
pueden quedar bombas enterradas sin explotar siendo peligrosas tiempo
después de terminada la guerra. Especialmente para los niños por sus
formas llamativas, como pelotitas de tenis o latas de refrescos.
Porque es así como las camufla la empresa del Ministro.

¿De verdad no había en todo el país otra persona que pudiera ser
Ministro de Defensa?

domingo, 22 de abril de 2012

Dame hueco. Fernando Lamata, psiquiatra y exsecretario general del Ministerio de Sanidad

El Gobierno del Sr. Rajoy ha presentado a las CCAA un Plan de Reforma del Sistema Nacional de Salud que supone un verdadero torpedo en la línea de flotación de la sanidad pública española. La clave de este Plan es hacer pagar a los pensionistas parte del coste de los medicamentos que les receten. Que paguen los enfermos y los más mayores quiebra el concepto del sistema. Un sistema sanitario basado en la solidaridad, con una financiación a través de impuestos, que pagamos todos (también los pensionistas) en función de nuestra renta o nuestra riqueza, para poder recibir servicios en función de nuestra necesidad.
En la misma línea, el Plan también incluye una separación de prestaciones “básicas”, de otras “suplementarias” y “accesorias” (¿por las que habrá que pagar?). Esta contra-reforma responde a un argumento de fondo que se ha expresado desde el PP al explicar por qué tienen que pagar los pensionistas: “si tienen que pagar su comida y su ropa, parece razonable que contribuyan a pagar las medicinas que son un elemento esencial de la salud”. Es decir, la sanidad se considera un asunto “privado”, como cualquier otro bien o servicio de consumo privado. Esta es la diferencia de concepto con el modelo actual del Sistema Nacional de Salud que se quiere cambiar. En España, desde la Ley General de Sanidad de 1986, que promovió el Ministro Ernest Lluch, la atención sanitaria se considera un derecho. Todas las personas tenemos derecho a la sanidad en función de nuestra necesidad de atención, y no en función de la capacidad de pago cuando nos ponemos enfermos. Convine no olvidar que en el pacto constitucional decidimos aceptar desigualdades, diferencias de propiedades, de rentas y de salarios, diferencias “en la comida y la ropa”, pero a cambio se reconocían derechos sociales importantes, como la sanidad, iguales para todos. Si se obliga a que cada persona se pague la sanidad como se paga la comida o la ropa, rompemos la baraja. Habría que repensar todo nuestro modelo económico de distribución de la rentas, habría que cuestionar los beneficios empresariales, etc.
En este nuevo modelo están implícitos el rechazo al aumento de la financiación sanitaria a través del sistema fiscal, y el aumento de la financiación privada con un repago de la atención sanitaria por los enfermos. Se “da hueco” a más sanidad privada, que se pagará el que pueda. Desarrollando este modelo, los que no puedan pagar acudirán a un servicio con menos dotación, menos medicinas, y menos calidad, la antigua “beneficencia”. Este un primer paso, pequeño cuantitativamente, pero que abriría el camino a futuros re-pagos. Los intereses financieros privados que han convertido la economía en un casino, alientan este planteamiento y quieren romper la barrera de la solidaridad. Por eso es tan importante para esos intereses introducir el repago de las medicinas para los pensionistas. Porque supone cambiar las reglas de juego. Parafraseando a José Mota: “dame hueco que yo ya sabré ya como yo ya estoy ahí..; dame hueco, que si hay hueco, habrá de lo demás… ; tú solo dame hueco”. Esta contra-reforma sanitaria “da hueco” a los financieros privados para iniciar un proceso, el de convertir la sanidad en otro lucrativo negocio.
Como es habitual, la propuesta se presenta con la “neo-lengua” oficial: “la reforma es para garantizar la sanidad pública, universal y gratuita.” Justo lo contrario de lo que conseguiría si se aplicara, y más en línea con lo que afirmaba el portavoz de sanidad del PP en el Senado, cuando dijo que había que decir la verdad: “universalidad, equidad, gratuidad y solidaridad son una utopía”.
Según lo publicado en la Nota del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, y a la espera de la concreción de las medidas, podemos calcular que el repago de las medicinas por los pensionistas y el aumento a los activos, según los tramos y los topes, supondrá unos ingresos de poco más de 1.200 millones de euros. Descontando el gasto de aplicación, nueva tarjeta sanitaria, red informática, sistema de gestión, etc., se gastará casi igual que lo recaudado.  ¿Entonces por qué se hace? Responde el Gobierno que esta medida no es para recaudar, sino para desincentivar el consumo. Y aquí aparece precisamente la razón que hace tan negativa esta decisión.
Si una persona enferma deja de consumir el medicamento que le ha recetado su médico por la barrera del precio, estaremos discriminando a las personas con menos rentas, con menos pensión, más mayores y más enfermas. Por eso precisamente luchamos por el derecho a la sanidad universal. Para que el acceso a este servicio sea en función de la necesidad y no de la riqueza o la edad de la persona. No aceptamos una sanidad para ricos y jóvenes, y otra para pobres y viejos.
El sistema sanitario español sigue siendo (hasta ahora) uno de los más eficientes. El consumo de los servicios más caros (los de Hospitalización) es menor que en otros países; la frecuencia de uso en Atención Primaria, descontando las consultas “administrativas”, es similar. Nuestra Atención Primaria es muy completa, con programas de salud y seguimiento de los pacientes, que no tienen otros países. La Esperanza de Vida al Nacer es la más alta de la UE-27 (Eurostat 2012). Se puede y se debe mejorar en las indicaciones de medicamentos y de pruebas y otros tratamientos (sobretodo en hospitales). Se puede y se debe mejorar en la educación sanitaria para un uso responsable. Se puede mejorar la gestión de compras. Se puede y se debe mejorar la coordinación socio-sanitaria. Pero el repago sanitario no tiene que ver con esas mejoras, es un cambio de modelo. Se quiere aprovechar la crisis y el miedo, para desmontar el concepto del derecho a la atención sanitaria pública.
Es verdad lo que han denunciado ya los pensionistas: esta reforma supone una rebaja de las pensiones, y un impuesto directo a los enfermos. Pero sobretodo es quitarnos el derecho a que cualquier persona, cuando se ponga enferma, tenga acceso al mismo servicio y a la misma atención, por el hecho de ser español. La reforma de Lluch, la universalización del derecho a la atención, es la que está en juego. En aquél momento los intereses financieros ya pedían “hueco”. Entonces no lo lograron. Entre todos tenemos que conseguir parar esta contra-reforma, esta injusta rebaja de las rentas de los trabajadores y de los mayores. Tenemos que cerrar este boquete que se pretende abrir para la privatización de la sanidad. ¡No demos hueco!

miércoles, 18 de abril de 2012

sábado, 14 de abril de 2012

Editorial del 'The New York Times': España caerá si Alemania sigue empecinada con la austeridad .

Portada del 'The New York Times'. El artículo sobre España a la derecha
Portada del 'The New York Times'. El artículo sobre España a la derecha

El prestigioso diario norteamericano critica en su editorial la "obsesión por el déficit" y añade que la receta austera de Merkel es "una sobredosis de dolor"
España será la próxima economía de la zona euro en caer si la canciller alemana, Angela Merkel, no reconoce que un país no puede pagar su deuda si se ahoga su crecimiento. Es la opinión del diario norteamericano The New York Times, que dedica un editorial a la situación económica de la zona euro titulado "Una sobredosis de dolor". En el editorial, critica que Alemania imponga la austeridad como la receta contra todos los males de la economía.

El diario estadounidense asegura que a pesar de la enorme inyección de liquidez que está llevando a cabo el Banco Central Europeo, las economías de la zona euro están entrando de nuevo en recesión, el desempleo está aumentando y las previsiones de déficit empeorando. Según The New York Times, los mercados de bonos están especialmente nerviosos con España e Italia.

El periódico considera que los objetivos de déficit fijados por el Gobierno de Rajoy para este año (5,3%) y para el que viene (3%) son "probablemente inalcanzables, incluso si se aplican rigurosamente los restrictivos presupuestos generales del Estado" que aprobó a finales de marzo. Según The New York Times, cuanto más restrictivo sea el presupuesto, más caerá la recaudación y eso obligará a más recortes de las cuentas. El diario considera que es entrar "en un ciclo destructivo, siempre a la baja".

El editorial considera que "cada país tiene sus propias circunstancias y necesita remedios diferentes". Dice que España, por ejemplo, tiene uno de los niveles más bajos de deuda pública pero sin embargo necesita atajar la enorme deuda privada que empeoró por la burbuja inmobiliaria. Por eso cree que intentar reducir el déficit drásticamente y en poco tiempo podría ser contraproducente.


The New York Times lamenta que los ministros de Finanzas de la Unión Europea no accedieran a "la sensata petición de Rajoy de dejar el objetivo de déficit de 2012 en el 5,8%" y exigieran un 5,3%. Los mercados entendieron que España no puede cumplir esos objetivos y elevaron el interés de la financiación de España, haciendo aún más improbable lograr el objetivo.

El periódico dice que Rajoy ha optado por más recortes en inversión pública, "necesaria para mejorar la competitividad económica", para tratar de cumplir el objetivo de déficit. Y añade que ahora anuncia más recortes en Sanidad y Educación. Según The New York Times, "empobrecer la fuerza laboral de mañana para pagar la burbuja inmobiliaria de ayer es un sinsentido".

El diario considera que "estos perjudiciales recortes" podrían haber sido menos duros si la Unión Europea hubiera sido más flexible con el presupuesto español. "Se podrían haber evitado si Merkel y sus perdidos socios hubieran reconocido que restaurar la competitividad de las debilitadas economías del sur de Europa requiere más inversión en reformas y crecimiento y menos obsesión por el déficit".